Opinión

Tiempo de vaivenes

Al igual que esta primavera caprichosa y paradójica, que está dando ya sus últimos coletazos, el mundo de la política, tanto municipal, autonómica o nacional, ha entrado de lleno en un clima de zozobra, sobresaltos y vaivenes. A la luz del panorama que se refleja después de los resultados de los comicios del 28 de mayo, parece que estemos embarcados en una montaña rusa de la que incluso es difícil salir a flote

Al igual que esta primavera caprichosa y paradójica, que está dando ya sus últimos coletazos, el mundo de la política, tanto municipal, autonómica o nacional, ha entrado de lleno en un clima de zozobra, sobresaltos y vaivenes. A la luz del panorama que se refleja después de los resultados de los comicios del 28 de mayo, parece que estemos embarcados en una montaña rusa de la que incluso es difícil salir a flote. Es como si un Titanic se hallara al borde del naufragio o a punto de chocar contra un inmenso iceberg. Eso es lo que les ha pasado a los partidos de izquierda ante una situación que, en cierto modo, ya se veía venir. No les queda otra que hacer autocrítica, analizar las causas de la debacle y mirar hacia el futuro con la cabeza bien alta. Un futuro –las elecciones generales del 23 de julio– para el que solo faltan dos escasos meses.

El inesperado anuncio de Pedro Sánchez al día siguiente de las elecciones ha obligado a desengrasar sin tregua la maquinaria electoral y a intentar salir de un atolladero que se debe, sin lugar a dudas, a muchas causas. Es verdad que en Aragón no ha sido tan grande el golpe como en otras autonomías, pero hay algunos factores que han favorecido a los partidos de la derecha y de la extrema derecha, y que no se pueden volver a repetir en julio, aunque la convocatoria sea a nivel nacional. Uno de los motivos más evidentes ha sido la división de los partidos a la izquierda del PSOE, que los ha convertido en colectivos más débiles y menos operativos. Habría que añadir también las luchas internas, sobre todo en el seno del PAR y la práctica desaparición de Ciudadanos del mapa político regional, que ha beneficiado a otros partidos afines. Es verdad que debe de haber otras causas que el ciudadano de a pie quizás desconozca, pero lo que está claro es que, si no deciden unirse y formar una coalición con las ideas claras y un programa que convenza a los votantes, el triunfo a nivel nacional será para la derecha y sus aliados, con todo lo que ello conlleva.

La reacción del presidente del gobierno ha sido arriesgada e incierta. Sin embargo, se puede hacer una valoración positiva, dado que la situación en el gobierno de coalición se presentaba insostenible en los cinco meses que restaban de legislatura. De todos modos, hay varias razones que ponen en tela de juicio este adelanto electoral y que van a dar que pensar al ciudadano de a pie. En principio, el mes de julio, en plenas vacaciones de verano y bajo un calor agobiante, no es ni mucho menos la fecha más adecuada: se puede incrementar la abstención y se pueden sumar muchos al carro de los escépticos. Eso sí, habrá que pensar que es un mal menor para la democracia, ya que muchos votantes recapacitarán y votarán en clave nacional para evitar un cambio de gobierno. Y el llamado voto útil volverá a plasmarse en muchas papeletas.

La cuenta atrás acaba prácticamente de empezar y no es fácil ejercer de profeta casi a dos meses vista. Eso sí, cada semana –por no decir cada día– se asemejará a los bandazos climatológicos de estos últimos días de primavera. No faltarán noticias inesperadas, dimisiones, ruptura de pactos e incluso actuaciones imprevisibles. La primera de ellas la protagonizó Sánchez el 29 de mayo. ¿Has sido acertada su estrategia? ¿Quién se erigirá en el próximo protagonista relevante en la política autonómica o española? El tiempo lo dirá. Mientras tanto, habrá que marcar con rojo el cuarto domingo de julio y evitar así que predomine el fantasma de la abstención y el desencanto. El país se lo merece y la democracia también. Porque, de lo contrario, sería una pena volver al pasado y perder unos privilegios que tanto ha costado conquistar.