JORGE GARRIS MOZOTA. Geopolítico e Historiador.


El día 30 de junio de 1988 comenzó el llamado “sitio de Baler”, en referencia al asedio que fuerzas tagalas filipinas llevaron a cabo contra una guarnición española que a la postre dio como fruto una de las gestas militares más importantes de todos los tiempos; donde un puñado de hombres atacados también por el beri beri, sin apenas municiones ni víveres, tan solo movidos por la lealtad extrema y la fe en sus mandos, lograron aguantar los envites tagalos durante nada más y nada menos que 337 días. El final no dejó de ser épico, pues la guarnición se rindió cuando por fin se dieron cuenta de que España hacía tiempo que había cedido las islas Filipinas, junto con Puerto Rico y Guam, mediante el Tratado de París de 1898, bochornoso por otra parte, y salió desfilando de la iglesia con fuerzas tagalas presentándoles armas.

Muchos gustan de hablar y escribir de estos hechos, pero pocos tratan de los que se movían entre bastidores y mucho menos de los verdaderos últimos de filipinas. En relación con lo primero, desde que el 24 de junio de 1717, cuando cuatro logias de Londres se reunieron en la taberna “Goose and Gridiron” y formaron la que denominaron Gran Logia de Londres y Westminster, para posteriormente, en 1723, se publicaron las Constituciones de Anderson, que incluían sus reglas de organización y principios; surgieron las logias que coadyuvaron a la emancipación de las Tierras de Ultramar españolas.

El 3 de julio de 1892, José Rizal fundó la Liga Filipina, donde la mayoría de sus miembros, por no decir todos, eran masones y con el objetivo de conseguir un status de autonomía respecto a España. Más tarde, el 7 de julio del mismo año, Andrés Bonifacio fundó el KKK, Kataas-taasang, Kagalang-galangang Katipunan ng̃ mg̃á Anak ng̃ Bayan, más conocido como Katipunan, que entre sus objetivos tenía: “Asesinar a todos los españoles, mujeres e hijos, sin consideraciones de ningún género, ni parentesco, amistad, gratitud…”.

En Filipinas y España, algunos generales y el presidente Práxedes Mateo Sagasta, obedecían a los dictados y recomendaciones de las logias, y, así las cosas, en el momento oportuno se dio el golpe mortal contra Cuba y Filipinas, encabezado por los EEUU, con su presidente William McKinley, que también obedecía a los mismos dictados que los anteriores. Con todo ello se desencadenó la guerra de Filipinas con todas sus heroicidades, despliegue de medios, combates y también traiciones.

Con respecto a lo segundo, no, los héroes de Baler no fueron los últimos de Filipinas, pues quedaron entre 10.000 y 12.000 españoles, muchos de ellos militares, que sufrieron el trato humillante y esclavo de los filipinos ganadores, consentido todo ello por los norteamericanos que, azares del destino, se habían convertido ahora en los nuevos amos y enemigos de los filipinos. Se llevó a cabo el genocidio por parte de los EEUU, entre 1899 y 1902, contra lo filipino y sobre todo lo español, borrando cualquier huella del pasado hispánico en las islas. Torturas, fusilamientos, ejecuciones, todo valió para acabar con entre 1 y 3 millones de personas.

Ahí quedó su “hazaña”.

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