JOSÉ GARRIDO PALACIOS. Escritor.
Siguiendo con el artículo anterior de la peregrinación, uno de los motivos por los que los peregrinos inician el recorrido desde su hogar hasta la tumba de Santiago es la atracción por el mundo medieval. Pues bien, ¿cómo era ese mundo o qué elementos componían ese interés?
Uno de los motivos era la espiritualidad, ya que muchos caminantes anhelaban venerar el cuerpo del Apóstol, rezarle, pedirle la curación física o mental de alguien, darle las gracias por alguna ventura o merced recibida. Esa creencia firme se complementaba con otros socorros o intereses que disfrutaba el peregrino, tales como la asistencia sanitaria gratuita en monasterios y hospitales, la comida, el cumplimiento de penitencia, la reducción de tiempo del purgatorio, el culto a las reliquias, la aventura, la curiosidad, el arte, el paisaje, nuevas experiencias.
Un sinfín de motivos interesantes atraían a miles de peregrinos a coger su mochila y ponerse en marcha en dirección a Finisterre, con toda la ilusión de cumplir un objetivo o una aventura. Un recorrido que en la Edad Media era superior a cuatro meses, e incluso un año, que recorría localidades nutridas de iglesias, ermitas, conventos y monasterios; al igual que albergues, hospitales, comercios y puestos a la vera de los caminos, en los que se ofrecían mercancías y servicios de toda índole. De hecho, andando el tiempo, muchas de esas vías se convirtieron en calles de los ‘peregrinos’ y luego en calles ‘mayores’.
Desde el punto de vista religioso o personal, el Camino de Santiago era también el ‘viaje de la vida’, una suerte de cruzada en la que el peregrino pasaba muchas penalidades con los rigores del frío, el calor, el hambre, la sed, enfermedades, dolores…; y también se recreaba con el paisaje, el arte, los pueblos. Era una reflexión de uno mismo, de los demás, de la vida. Para los fieles el viaje era un proceso espiritual identificable con las penalidades de Cristo, en las que estaba presente el móvil de la penitencia, la promesa o la devoción para obtener alguna gracia (perdón o indulto).
Antaño se daba mucho valor a visitar las reliquias de los santos, por cuanto se creía que ellas poseían sus cualidades en vida, y eso ayudaba a los peregrinos a resolver los males existentes en la Edad Media. Hoy nos interesan más las visitas a los monumentos en los que se sintetiza el arte. Es una manera de creer en cualidades edificantes que nos interesan, nos ayuda a comprender los estilos, costumbres, tradiciones y la Historia.
Por los distintos caminos iban personas que bebían y comían en exceso, se divertían y practicaban el mercado negro; algunos eran maleantes, perseguidos por la justicia. Sin embargo, a partir del siglo XII, fecha de publicación del ‘Códice Calixtino’, el interés por la peregrinación alcanzó a toda la sociedad y se internacionalizó en grado sumo, de modo que la diversidad de caminantes constituyó una gran riqueza cultural para el Camino de Santiago. La ciencia, cultura, modos de vida y órdenes religiosas y militares representaron un flujo de experiencias nuevas que enriquecieron a los visitantes extranjeros y a los propios españoles. Con ello se forjó la unión de Europa y la globalización, aunque fuera de manera parcial.
Unos resultados de la peregrinación en 2022 publicados en la Revista Peregrino de abril de 2023, según la Oficina del Peregrino en Santiago de Compostela, nos muestran algunos aspectos. Así, entre los motivos de la peregrinación destacan en primer lugar la ‘Experiencia’ de hacer el Camino como ‘muy positiva’, seguida del paisaje, pueblos, arte y espiritualidad. Además, nos dice que el año 2022 se entregaron 438.683 Compostelas (acreditación del peregrino), número muy superior a los años anteriores a la pandemia del COVID, de los que casi la mitad eran extranjeros (199.073 exactamente), procedentes sobre todo de Italia, Estados Unidos, Alemania, Portugal y Francia, si bien hubo alguno de Australia y Yemen. El número de mujeres era superior en un 5% al de hombres y el grupo de edad más numeroso correspondía al de 46-65 años. Los procedentes de Aragón ascendieron a 4.685 en dicho año.
Esos son algunos datos orientativos del interés por hacer el Camino de Santiago, mas seguro que fueron muchos los peregrinos que no pasaron por la citada Oficina; en cualquier caso, es una experiencia inolvidable y llena de sorpresas agradables por distintas causas. Por último, en otros o en estos meses veraniegos, los de mayor afluencia de peregrinos, les sugiero que vayan a disfrutar de la naturaleza, los pueblos y los compañeros de viaje.
¡Buen Camino!