JAVIER LORÉN ZARAGOZANO. Doctor en Ciencias Agrarias.
Todos, salvo un grupo minúsculo, somos a estas alturas conscientes de la existencia del cambio climático y de sus consecuencias. En los últimos años, hemos visto como las olas de calor se intensifican (los últimos 6 años han sido los más cálidos desde 1880), al mismo tiempo las sequías se han agravado en todo el sur de Europa y al otro lado del Mediterráneo; además, en el centro y norte de Europa, también están viviendo incrementos de temperatura significativos y reducción de las precipitaciones. Calor extremo más sequía son el detonante para que se produzcan grandes incendios como estamos viendo en Italia, Grecia, Croacia y Turquía, sin olvidar, Argelia y Túnez. Desgraciadamente hay que lamentar la muerte de personas, incluidos niños, como consecuencia de estos devastadores incendios.
António Guterres, secretario general de la ONU, decía esta semana que hemos pasado del calentamiento global a la ebullición y que es consecuencia de la acción humana por la emisión de gases de efecto invernadero, que nos han llevado a niveles que superan récord en los 3 últimos millones de años de 423 ppm (observatorio de Mauna Loa, Hawai). Durante los últimos 400.000 años, la concentración ha oscilado entre 180 y 280 ppm.
Es hora de avanzar en todo el planeta sin descanso en la reducción de las emisiones de GEI (mitigación) y al mismo tiempo en buscar métodos adaptativos ante los cambios que se van a producir. Y este esfuerzo hemos de hacerlo el mundo desarrollado y los países emergentes, que suponen el 80% de las emisiones.
Los líderes mundiales han de dar un paso decisivo que vaya más allá de las meras palabras; junto a ellos, las empresas, las instituciones y los ciudadanos tenemos que comprometernos. Si no lo hacemos, el futuro estará lleno de incertidumbres y de cambios que serán muy dolorosos, sobre todo para las poblaciones y las personas más vulnerables del planeta.
Como ciudadanía, hemos de pedir insistentemente que se produzcan avances. El futuro de nuestros hijos está en riesgo. El planeta sobrevivirá pase lo que pase, pero muchos seres humanos, animales y plantas puede que se queden por el camino.
En la mano de todos está evitarlo. Comenzar por tomar en serio la situación es el primer paso.