FRANCISCO JAVIER AGUIRRE. Escritor.
La publicidad es una estrategia útil para orientar a los humanos en el consumo de los artículos u objetos necesarios para la vida. Cuando la publicidad se convierte en una fórmula para provocar el consumo de lo innecesario, caemos en el pozo del consumismo, una forma de vivir que resulta perversa.
El tema es de gran amplitud y extrema complejidad, por lo que en esta Tribuna, destinada fundamentalmente a la reflexión, me limitaré a uno de sus aspectos.
En las grandes superficies que han copado casi por completo el mercado de la alimentación en las ciudades (los llamados hipermercados), se ofrecen simultáneamente productos con la marca propia, al mismo tiempo que otros similares con una marca comercial ajena. Los primeros, que también se denominan ‘marcas blancas’, suelen ser más baratos que los segundos, aunque en bastantes ocasiones coinciden los fabricantes. Estos segundos, con marca comercial propia, llevan en su precio la sobrecarga de la publicidad. Es un porcentaje que grava el producto y paga el consumidor. Pero el mayor precio no presupone mejor calidad.
Existen ya aplicaciones informáticas que permiten al consumidor evaluar la composición y los contenidos del producto alimenticio que va a adquirir. Si se cotejan las ‘marcas blancas’ de la gran superficie, o hipermercado, con las conocidas por su trayectoria y su publicidad, el resultado puede resultar favorable a las primeras. En ese sentido, la calidad no corresponde al precio.
En algunas ocasiones, como ya se ha dicho, la empresa fabricante es la misma, según indica el etiquetado del producto. Sin embargo, de forma sorprendente, los ingredientes no son idénticos.
Sin citar nombres comerciales, he encontrado el mismo artículo (un tipo de galleta) de ‘marca blanca’ sin aceite de palma, que al parecer es un componente poco recomendable según los bromatólogos. Pero sí se usa en el producto paralelo con marca comercial, acrisolada por el tiempo y la publicidad.
Habrá algún experto en el mercado alimentario que consiga explicarnos esta contradicción.