JOSÉ GARRIDO PALACIOS. Escritor.


Son numerosos los caminos de Santiago que constituyen la red aragonesa que se dirige a la tumba del Apóstol. Unos proceden del Pirineo central conectando con el Camino Francés por la Canal de Berdún o llegan a Zaragoza –centro vital de la peregrinación en España–, para luego continuar paralelos al río Ebro hasta juntarse con el camino citado arriba en Logroño. Otros provienen del noreste español, pasando por Montserrat o Lérida, Fraga y Zaragoza. Los del sur de Aragón se encaminan hacia la capital aragonesa o bien enlazan con el Camino del Ebro en puntos más occidentales.

Es conocido que los primeros caminantes que penetraron en Aragón lo hicieron por el puerto del Palo (Col de Pau, 1.994 m de altitud), para descender y visitar el monasterio de San Pedro de Siresa (del siglo IX y la iglesia del XI), la localidad de Hecho y alcanzar Puente La Reina de Jaca, a la vera del río Aragón, en la Canal de Berdún. Esa ruta coincidía con la calzada romana ‘Cesaraugusta-Beneharnum’ (de Zaragoza al Bearn francés) y fue muy frecuentada por los peregrinos, si bien a partir del 1016, en tiempos de Sancho III el Mayor de Pamplona, utilizaron el puerto de Somport, 320 m más bajo y de mejor acceso que el paso anterior.

En la misma divisoria del Pirineo aragonés y hacia oriente, se abrieron otros pasos que facilitaron la comunicación entre franceses y españoles, tales como el de Portalet, ligado al hospital de Socotor (Sallent de Gállego, año 1216), dependiente del conocido Hospital de Santa Cristina, y los puertos de Bujaruelo, Bielsa y Benasque, que conducían a los viajeros a Graus y Barbastro para dirigirse, más adelante, a Huesca o Zaragoza, según manifiesta el autor en su obra ’El Camino de Santiago por el Valle Medio del Ebro’, en donde encontrarán abundante información y cartografía al respecto.

Además de esos caminos de Santiago por el territorio aragonés, el que más relieve tuvo fue el del Valle Medio del Ebro, bien partiendo de Montserrat, que albergaba a gran parte de los peregrinos procedentes del sureste de Francia, Italia, Alemania, etc.; o bien a los que partiendo de la desembocadura del río Ebro, remontaban el curso fluvial por caminos paralelos hasta llegar a Pina de Ebro y Zaragoza.

Los caminantes que llegaban de Montserrat podían ir a Huesca por los Monegros con centro en Sariñena, y en cuyo entorno consta la existencia de un puente, un hospital y el monasterio de Sijena (siglo XII). También se podía pasar por Barbastro y Monzón, con los hospitales de Santo Tomás, San Lázaro y otro de peregrinos, así como la presencia de las órdenes militares del Temple y San Juan de Jerusalén, protectoras de los viajeros que iban a Compostela. Desde Huesca, dotada de varios servicios sanitarios, religiosos y de alojamiento, podían ir a Zaragoza por la ruta de Sariñena y Lanaja, o bien se acercaban a Ayerbe y seguían el curso del río Gállego. Desde Ayerbe salía precisamente un ramal hacia las Cinco Villas, con caminos que discurrían de Tauste a Zuera y Gallur.

En cuanto a la parte meridional de Aragón, destacamos las rutas provenientes del Levante peninsular y de la provincia turolense. Así, por la primera existía la opción del camino del Maestrazgo que cruzaba Alcañiz y Escatrón para unirse al Camino del Ebro; y por la ruta de Teruel, ora podían ir directamente a Zaragoza, ora tenían la posibilidad de ir a Daroca y Calatayud y unirse al Camino del Valle Medio del Ebro, al igual que otros naturales del sureste de Aragón.  

Con todo, podemos afirmar que Zaragoza y la Virgen del Pilar están situadas en la encrucijada del Valle del Ebro, tanto por ser centro de comunicaciones del cuadrante nororiental de España, como por ser la segunda sede de la peregrinación jacobea desde tiempos pretéritos. Zaragoza constituye el escenario de la predicación de Santiago en España, según la tradición, y el lugar en el que la Virgen María se encontró con el Apóstol.

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