JAVIER LORÉN ZARAGOZANO. Doctor en Ciencias Agrarias.
A menudo en las redes sociales surgen comentarios sobre determinados alimentos con poco o nulo fundamento científico. Algunos youtubers y creadores de opinión hacen afirmaciones que distan mucho de ser veraces. Algunos de sus seguidores pueden utilizar sus recomendaciones, sin aplicar el mínimo espíritu crítico y, por tanto, cambiando sus hábitos de alimentación sin un sólido fundamento nutricional o científico.
Además, en los medios de comunicación escritos, radiofónicos y televisivos también hay abundante información, a veces contradictoria, según quien opine, de manera que acaba resultando difícil determinar qué alimentos son los que deberíamos tomar.
La dieta mediterránea está avalada por nuestros expertos y recurrir a ella para alimentarnos es garantía de dieta saludable, y algo a fecha de hoy todavía muy importante, el disfrute de los sentidos, que quizás en el futuro importe menos a los ahora más jóvenes. En la dieta mediterránea hay frutas, verduras, carnes, legumbres, leche, huevos, quesos, frutos secos, etc. Variedad no le falta.
El frenético ritmo de vida de muchas personas les impide recurrir a una alimentación basada en la preparación de alimentos tan conocidos como los cocidos, las legumbres, las verduras guisadas, etc. Podría decirse que vivir deprisa implica cocinar y comer “deprisa” y, por lo tanto, no disfrutar de esa cocina pausada que nos lleva al deleite de los sentidos, y a una alimentación variada, sana y nutricionalmente óptima.
Por otra parte, cada vez en mayor medida, se habla de un futuro donde la alimentación puede que sea “sintética” en sentido amplio. Me explicaré. Probablemente surgirán para algunos nichos de mercado alimentos creados en laboratorio. Se argumentará que son sanos, nutricionalmente perfectos y además sostenibles. El marketing puede hacer maravillas y la falta de sentido crítico subir al olimpo de los dioses, cualquier cosa. No será por tanto de extrañar que en algún momento veamos alimentos “sintéticos” cuyo consumo crezca rápidamente. Y no me estoy refiriendo a insectos, ni cosas similares. Me refiero a productos creados en laboratorio a partir de células, utilizando medios nutritivos fruto de la combinación de sustancias o moléculas de origen sintético, en estancias con temperatura y humedad regulada, para conseguir un crecimiento homogéneo e independiente de las condiciones ambientales exteriores. Quienes están avanzando en estas líneas de investigación poseen sumas millonarias de dinero para invertir en ello. Además, probablemente con cierto decalaje temporal aparecerán alimentos en forma de “pastilla”, de rápido uso, que encantarán a quienes vivan aceleradamente.
Los agricultores y ganaderos trabajan para producir una gran variedad de alimentos que podemos disfrutar en nuestras mesas, según los gustos y criterios de cada uno. Nos proveen de alimentos a la humanidad desde el nacimiento de la agricultura y la ganadería en el neolítico. Creo, sinceramente, que la sociedad nunca les ha reconocido el papel esencial que tienen para nuestras vidas. Sin alimentos, no podríamos vivir. En mi opinión, la salud, junto con la alimentación, son dos de los pilares básicos de la vida. Cuando perdemos la primera o no tenemos acceso a la segunda, la vida se complica. Podemos prescindir de otras muchas cosas a las que ahora damos más importancia, pero no podemos prescindir de ninguno de los dos pilares mencionados. Ojalá algún día, reconozcamos como sociedad la labor de nuestros agricultores y ganaderos. Sin ellos no tendríamos alimentos en las estanterías de las tiendas.