El fin de los Pilares es nostalgia y, para despedirlos, pocas cosas podía haber más nostálgicas que un concierto de Dani Martín, sobre todo uno dedicado a ese Canto del Loco que para nostalgia de muchos no tiene ninguna intención de volver. Anoche el líder “de esa banda que ahora es vuestra” volvió a Zaragoza y lo hizo a lo grande, en un Pabellón Príncipe Felipe donde no cabía nadie más. Alrededor de 10.000 personas unidas con demasiadas ganas de escucharle de nuevo.
Pasaban pocos minutos de las 21.30 cuando comenzó a sonar ‘La suerte de mi vida’. El público enloqueció ya mucho antes de que Dani les confesara aquello de “la suerte de mi vida sois vosotros”. Se metió a Zaragoza en el bolsillo desde el primer minuto y eso que aún tardó un par de canciones en ponerse el cachirulo y proclamar ese “¡Viva la Virgen del Pilar!” que desató todavía más a un Príncipe Felipe hasta la bandera. Las entradas salieron a la venta hace casi un año, prácticamente el mismo tiempo que llevaban agotadas.
Para la ciudad solo tuvo palabras bonitas. “Zaragoza, cuánto tiempo sin vernos…Cuatro años exactamente”, puntualizaba el madrileño. Y es que Dani Martín llevaba una temporada haciéndose de rogar pero Zaragoza sabía que iba a volver y el también lo tenía claro. Se acordó de sus primeros conciertos en la sala Oasis y también de su amigo Kase O, de Bunbury, Amaral, “y todos los artistas increíbles de esta tierra”. Una tierra a la que, se notaba, quiere y mucho.
Por mucho que se lamente de ‘Qué caro es el tiempo’ -es el nombre, además, de su gira-, por el apenas parece haber pasado. A sus 45 años sigue pareciendo ese joven travieso de ojos azules que se volvía loco por la madre de José y que tenía prohibido entrar en el garito con zapatillas. Y de energía y voz anda sobrado: tiene la misma o incluso más que entonces.
RECUERDOS
Fueron casi dos horas y media sin paradas y de muchos recuerdos. Aunque ya no le acompañe su Canto ayer demostró que poca falta le hacía. Sonaron ‘Una foto en blanco y negro’, ‘Peter Pan’, ‘Volverá’, ‘Puede ser’ y la alabadísima ‘Zapatillas’. Sonó un recuerdo detrás de otro y la gente se sabía las letras de todos sus himnos de memoria. Fue un repertorio completo y aún así dejó a Zaragoza con ganas de sus ‘Besos’.
“Quiero ver esas putas manos arriba”, repetía en cada tema y los maños obedecían. No paró de hacer reír a los espectadores e incluso subió al escenario a uno de ellos. También a una niña de la que confesó haberse enamorado y a la que el estadio entero le cantó el ‘Cumpleaños feliz’. “Solo me falta sacar a una jubilada”, bromeó, y es que 22 años en la música dan para juntar a todas las generaciones.
Como si el tiempo no hubiese pasado. Así estaba Dani y así fue el concierto: de repente eran casi las 0.00 y los zaragozanos se negaban a irse después de un directo tan impecable. Pocas cosas puede haber más mágicas que la conexión absoluta con el público en un concierto y ayer en Zaragoza Dani Martín la consiguió con creces.