«Aquel que salva una vida es como si salvara un universo entero». Ángel Sanz Briz no salvó una vida sino más de 5.000 y por eso quizás el número de universos se vuelve infinito si hablamos del diplomático zaragozano. Le llamaban el «Ángel de Budapest» y proporcionando pasaportes españoles a judíos consiguió salvar la vida a miles de ellos aunque la cifra va aumentado más y más cuanta más documentación sale a la luz. Hoy unas cuantas rosas y un árbol plantado en la zona dedicada a Briz en el cementerio de Torrero de Zaragoza han servido para recordarle y también para hacer un homenaje a las millones de víctimas del Holocausto.
Entre las solemnes y emotivas notas del violonchelo se ha sucedido un acto en el que el párroco de Santa Engracia, Antonio Moreno, ha querido destacar que «personas como don Ángel son aquellas que nos demuestran que el sol nos ilumina y brilla siempre por encima de la oscuridad» haciendo alusión también a que el diplomático fue reconocido como Justo entre las Naciones.
El nieto de Ángel Sanz Briz, Felipe García Griñón, también ha estado presente en el homenaje tan emocionado como orgulloso por el legado y recuerdo que su abuelo dejó en el mundo. «Con solo 35 años se jugó su vida y perderlo todo por salvar a miles de personas. Esto nos demuestra que siempre hay que tener esperanza y también trabajar desde la bondad pero desde la valentía», ha explicado el concejal de Urbanismo, Víctor Serrano, quien ha manifestado el compromiso del Ayuntamiento de Zaragoza de mantener ese espacio vivo.
Ese mismo espacio en el cementerio de Torrero que este viernes se ha llenado de rosas rojas y flores depositadas en la lápida para recordar y homenajear a una persona «brillante, valiente y profundamente generosa».