La reforma de la plaza de la Magdalena, recién estrenada hace unas semanas, no ha sido del gusto de todos. Alrededor de un centenar de personas, muchos de ellos vecinos de la zona, han protagonizado esta tarde una original protesta en la que han traído de casa sus propias sillas para sentarse a la fresca, junto a la iglesia, y, de esta peculiar forma, mostrar su indignación para reclamar al Ayuntamiento de Zaragoza que recoloque los bancos que había antes. También piden recuperar las papeleras, el agua de la fuente y el aparcabicis.
Y todo ello pese a que desde el Consistorio han colocado dos bancos de última hora en un lateral de la plaza, junto a la pared donde están los murales que explican la historia de este emblemático rincón de la ciudad. Esta situación ha indignado todavía más al público asistente. “No nos van a callar poniendo un par de bancos en malas condiciones, que se ve que los han puesto deprisa y corriendo porque los han pegado en el suelo, en lugar de clavarlos”, ha lamentado Abdel Rachid.
Emilio Burgos, vecino de La Magdalena, explica que desde las asociaciones del barrio si que habían pedido que se reformara la plaza, “pero no de esta manera”. “Nos han dejado una plaza totalmente despejada, sin bancos, no hay aparcabicis y la fuente sigue sin funcionar. Es una plaza dura que parece que está de moda ahora, sin vegetación”.
Pese a que desde el equipo de gobierno destacan el cambio del embaldosado, una de las vecinas ha protestado asegurando que sigue presentando el mismo adoquinado resbaladizo de siempre. “Sigue siendo un peligro caminar por aquí los días de lluvia tal y como ocurría antes”, afirma María Tudela, vecina del Coso y habitual de los comercios de la zona.
A la protesta también ha asistido el portavoz de Zaragoza en Común, Pedro Santisteve, y la concejal Luisa Broto. Este grupo municipal criticó hace unos días la respuesta ofrecida por el gobierno ante la petición de recolocación de los bancos de que fueron retirados "por causar problemas de convivencia ya que eran utilizados por indigentes y trapicheos con drogas". ZeC ha mostrado su "pleno rechazo" a estas palabras, "que demuestran un profundo desconocimiento del barrio, de las costumbres de los vecinos y vecinas que lo habitan”.
