El Ayuntamiento de Zaragoza ha colocado un vallado en torno a los restos de la Muralla Romana para evitar que se empleen los sillares como graderío espontáneo por parte del público asistente a las procesiones de Semana Santa.
Los restos junto a la avenida de César Augusto son un bien catalogado de Interés Cultural y, como tal, requieren de una especial protección y se quieren evitar posibles daños.
Desde el Ayuntamiento quieren impedir imágenes de años anteriores, con algunos espectadores encaramados a los sillares, consiguiendo además un efecto llamada, y con ausencia de un comportamiento cívico y respetuoso con unos restos milenarios que son parte fundamental de la historia, el legado y el patrimonio de esta ciudad.