Virgen del Pilar con el manto de papel
En la plaza del Pilar también ha habido un taller de papiroflexia

Un 6 de agosto de 1945 una bomba atómica caía sobre la ciudad nipona de Hiroshima (tres días después lo haría en la de Nagasaki) llevándose con ella la vida de unas 140.000 personas. Un episodio trágico de la historia universal que cada año se recuerda y que ahora está más en boga que nunca tras Oppenheimer, la película de Cristopher Nolan sobre el creador de la bomba. Y hoy, 78 años después, la Virgen del Pilar ha vuelto a lucir como cada 6 de agosto desde 2007 un manto de papel en recuerdo de las víctimas de la explosión.

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Peregrinos, devotos y turistas la han podido ver desde primera hora de la mañana de este domingo vestida con un manto elaborado con 1.536 trozos de papel azul, blanco y gris. Una obra del Grupo Zaragozano de Papiroflexia que allá por 2007 ofrecía el manto a la Virgen en recuerdo de la ciudad nipona. «La elección de los colores es porque el azul es el color del Grupo y el blanco y el plateado los tonos que predominan en las pajaritas de Ramón Acín«, ha explicado el director de la Escuela Museo del Origami de Zaragoza (EMOZ), Jorge Pardo.

En una Basílica del Pilar muy transitada, la Virgen ha lucido este manto que es algo diferente a los otros 600 que posee, pues «tiene volumen», tal como ha reconocido Pardo. Fuera del templo, entre los rinocerontes de Fabelo y con un cierzo que amenazaba con llevarse todo a su paso, una decena de personas agarraban bien el papel dispuestos a hacer una pajarita en los talleres de papiroflexia organizados por la EMOZ.

Afanados en la tarea con papeles de color naranja y amarillo, mayores y pequeños trataban de hacer algo parecido a una grulla en la pajarita gigante y metálica situada a lado de la Oficina de Turismo de la plaza del Pilar. Simulaban la ofrenda de grullas que se hace cada año en el monumento de Sadako Sasaki en el Parque de la Paz de Hiroshima. Sadako Sasaki fue una niña japonesa que murió a los 12 años a causa de una leucemia ocasionada por la radiación de la bomba atómica. Antes, se dedicó a la tarea de plegar mil grullas de papel motivada por una tradición nipona que decía que así se curaría de su enfermedad. Solo consiguió plegar 664 y, por eso, cada año se hace una ofrenda en su honor con centenares de grullas.

«Es algo que llevamos haciendo desde 2007, a excepción de los años pandémicos, y es una forma de homenajear los sucesos que ocurrieron en Japón un día como hoy», ha relatado el director del Museo del Origami de Zaragoza, que este año en diciembre celebrará su décimo aniversario siendo el único del mundo dedicado en su totalidad al arte del papel.

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