Modas Torres
La tienda cerrará a final de año

Cuando María Ángeles Buendía y su marido, Manuel Torres, decidieron abrir una tienda de ropa en la calle Cádiz número 5 de Zaragoza por allí todavía pasaba hasta el tranvía. Fue un 12 de febrero de 1966 y aunque ya hayan pasado un buen puñado de años y María Ángeles ya no sea esa joven de 30, lo recuerda como si fuera ayer. «Estuvimos buscando ubicaciones y nos gustó mucho esta. Eso sí, tuvimos que hacer una obra muy grande porque era un edificio muy viejo y aquí estamos desde entonces», cuenta. Desde ese entonces, Modas Torres ha vestido a los caballeros, señoras y señoritas más coquetos, «siempre con tejidos buenos de casas italianas y de firmas con solera». Hasta ahora. Los carteles de «Liquidación. Cierre por jubilación» llenan el escaparate de la céntrica tienda y los precios («pantalón a 35 euros, trajes a 60 euros, vestidos de fiesta a 70…», enumera la propietaria) evidencian que la persiana se bajará pronto (a final de este año) pues María Ángeles, a sus 87 años, ya comprende que hay que «descansar un poco». Aunque eso le dé algo de pena.

La tienda se abrió el 12 de febrero de 1966

«¡Todavía sigo cotizando de autónomo!», dice entre risas la propietaria que, tras la muerte de su marido en 2014, siguió yendo a su negocio día tras día dispuesta a ponerse detrás del mostrador a aconsejar a sus clientas más fieles. Lo hizo superados los 70 y los 80 y es que para ella ir a trabajar «nunca ha sido un sacrificio». De hecho, todo lo contrario. «Todos estos años me han aportado muchísimas cosas, he sido muy feliz aquí y he estado muy a gusto. Ahora estoy pasando unos días un poco malos porque me da mucha pena despedirme y cerrar, pero es lo que hay. Ya me dicen mis nietos y mis hijos que corte ya», explica.

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María Ángeles se dedicó a la moda casi por casualidad, pues al fallecer su padre siendo ella muy joven y la mayor de las hijas tuvo que hacerse cargo del negocio familiar, en su Ciudad Real natal. «Yo estudié la carrera de comercio y profesorado mercantil e iba a hacer unas oposiciones para intendente mercantil. Cuando murió mi padre me hice cargo de la tienda de tejidos y telas familiar y eso me ayudó mucho a la hora de venir a Zaragoza porque allí teníamos taller de cortador y cortadora para señora y caballero y fue un aprendizaje muy bueno respecto a las casas de moda y buenas firmas», cuenta.

Fue el amor por la tierra de su marido, que jugó en Real Zaragoza, el que hizo que el matrimonio se afincase en la capital aragonesa. «A Aragón le debo mucho y siempre estaré agradecida porque hemos tenido muchísimo apoyo, a Manolo lo conocía bastante gente, y siempre hemos trabajado mucho y bien». De hecho, los clientes más fieles viven con pena el cierre de la tienda. «Me dicen que se la deje a alguna de las chicas que trabajan conmigo, que les da mucha pena porque ya no quedan tiendas de estas en Zaragoza y que ahora se les va a hacer complicado ir a comprar ropa buena, que tenga buen diseño y que el tejido valga la pena».

Cuando abrió la tienda vendían ropa para caballero y para señora, aunque ya hace algunos años que se centran en el público femenino, ya que la ropa de fiesta para ellas se vendía muy bien. Desde trajes de chaqueta y pantalón o falda, americanas, vestidos cortos y largos, también para jóvenes a atuendos más elegantes para madrinas, Modas Torres siempre se ha caracterizado por tener un público muy fiel. Ahora, hasta final de existencias estarán vendiendo todas esas prendas tan especiales a precios más baratos.

«Son muchas las cosas bonitas que han pasado aquí. Recuerdo que alguna clienta, después de comprarse un vestido para una boda, venía y me enseñaba las fotos y me contaba que se había quedado encantada y que todo el mundo había elogiado su vestido. Son cosas muy bonitas porque siempre hemos tratado de tener un trato cercano con los clientes y, al final, casi se han acabado convirtiendo en amigos», explica María Ángeles. Ella lo tiene claro. «Nunca he sido de esas propietarias que abrían el cajón, cogían el dinero y se iban. No. Tanto mi marido como yo hemos trabajado muy duro y hemos intentado que siempre haya buen rollo, como se dice ahora, entre los empleados y los clientes».

Con la ayuda de sus nietos e hijos, María Ángeles ha innovado todos estos años con el objetivo de adaptarse también a las nuevas generaciones. «Aunque yo sea mayor, he procurado siempre evolucionar, hemos ido a desfiles y hemos hecho un muy buen equipo porque juntamos la experiencia con la mentalidad y los gustos de los jóvenes».

El único momento en que la propietaria se permitió faltar algún que otro día a su puesto de trabajo fue cuando se hizo daño en un pie al cruzar la calle. A excepción de eso, siempre ha estado tras el mostrador con una gran sonrisa. «Estos años me han aportado muchísimas cosas, tranquilidad, felicidad, el hacer lo que me gustaba. Eso es muy importante porque puede uno trabajar porque lo necesite pero si no te gusta y no es lo tuyo eso tiene que ser un sacrificio espantoso. Yo estudié otra cosa, pero me di cuenta al coger el negocio de mi padre de que me encantaba la moda, me encantaba viajar e ir a ver los desfiles, a Francia a Italia, a Barcelona…», recuerda nostálgica.

¿Y ahora qué? «Pues ahora me dedicaré a descansar que ya me toca. Estaré con mis biznietos que me vienen casi todos los días a casa a comer y que tienen 3 años, 14 y 15 meses. Lo que me quede de vida, que como es natural no es mucho, quiero disfrutar de ellos. Ya lo he pasado muy bien aquí, con clientes que eran amigos, pero ya está».

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