Toque de queda poco después de la medianoche, mesas y aforos limitados, prohibición de fumar en las terrazas, restricciones de grupos… Las nuevas imposiciones del Gobierno en los bares y restaurantes ha provocado la ruina de los establecimientos. Y ante esta circunstancia, trabajadores y propietarios se han unido para clamar contra esta situación. Lo han hecho parando diez minutos en señal de protesta.
Lo cierto es que la dificultad es máxima. El hecho de estar pendiente de cumplir todas las obligaciones ha provocado un efecto brutal para los que viven del sector hostelero. Por un lado, ingresan menos debido a la merma que suponen las restricciones de aforo de forma directa. Por otro, los propios clientes deciden dejar de ir ante la dificultad de cumplir las prohibiciones gubernamentales.
Así lo explicaban tanto los dueños de los bares y restaurantes como sus empleados. Cada vez se sienten más amenazados, unos por la pérdida de su trabajo y otros por el cierre de su negocio. Desde La Lobera de Martín se mostraban muy decepcionados. “Nos ponen problemas en todo, hasta a la hora de cerrar. No lo entendemos”, comenzaba su intervención. Después, mostraba de forma evidente su pesimismo. “No se va a solucionar porque no ponen nada de su parte”, aseguraba señalando al Gobierno.
En líneas similares se movían desde la pulpería ubicada a escasos metros de La Lobera, también en la Plaza de España. “Están fastidiando a la hostelería, y digo “fastidiar” por no decir otra cosa más gorda”, aseveraban con visible enfado. Lo cierto es que el viernes se entró en la denominada “nueva normalidad”, pero aun así “pinta mal”. “Si esta es la normalidad, no sé qué va a pasar”, sentenciaban.
La huelga como solución
Un poco más lejos iba el propietario de un establecimiento de la cervecería “Espumosos”. Se quejaba de que, con diez minutos de parón, no se iba a conseguir nada, porque “la cosa está mucho más seria”. “Hay que bajar las persianas y salir a la calle, como se hacía antes. Con diez minutos la gente se ríe”, declaraba el hostelero.
Por otro lado, ponía en duda la forma de difundir esta protesta, que considera que no se ha dado suficiente voz. De esta forma, propone que, si quieren provocar “que algo ocurra”, deberían “cerrar durante varias horas, reunirse en un lugar y hacer algo más”. “La hostelería está siendo vapuleada”, ha manifestado.
Ahora le tocará al Gobierno solucionar un problema que está generando una brutal crisis en el principal sector español. Hasta entonces, los trabajadores y propietarios de los establecimientos hosteleros no dejarán de protestar. Eso sí, mientras se mantengan estas medidas, la dificultad para sobrevivir crecerá a diario.