La restauración ha permitido limpiar, consolidar y fijar tanto de la piedra como de los morteros y las policromías que componen la portada

Las obras de restauración de la portada norte de la iglesia de El Salvador de Ejea de los Caballeros, con una inversión de 210.000 euros, han finalizado tras un periodo de ejecución de seis meses. Una parte del presupuesto se ha destinado a la restauración de la portada propiamente dicha y la otra parte a la instalación de una protección que servirá para garantizar que los elementos recuperados no se vean afectados por los agentes medioambientales que hasta ahora han acelerado su progresivo deterioro.

El consejero de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, Felipe Faci, acompañado por la directora general de Patrimonio Cultural, Marisancho Menjón, y la alcaldesa de Ejea de los Caballeros, Teresa Ladrero, han conocido este miércoles el resultado de los trabajos de restauración.

La intervención que impulsa la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón ha permitido limpiar, consolidar y fijar tanto de la piedra como de los morteros y las policromías que componen la portada, actuaciones que han llevado aparejada una importante labor de documentación, así como diversos estudios de materiales, cuyos resultados han permitido establecer un plan de mantenimiento y conservación preventiva para el futuro.

Una vez finalizada la restauración, se ha montado una protección en forma de estructura acristalada que, además de permitir su perfecta visualización, la protegerá de los agentes medioambientales y la conservará preventivamente a largo plazo. Realizada en vidrio con finos perfiles metálicos y un tejadillo de zinc, la nueva estructura protectora respeta plenamente los valores históricos, estéticos y simbólicos de la portada así como su funcionalidad, e incorpora un cuidado sistema de iluminación y un eficaz sistema anti aves.

La Iglesia de El Salvador

La iglesia de El Salvador, en Ejea de los Caballeros, fue declarada Monumento histórico-artístico (hoy Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento) en 1931. Fue construida entre finales del siglo XII y principios del siglo XIII en estilo románico tardío con algunos elementos góticos y renacentistas. Es un edificio realizado en sillería de piedra arenisca de excelente talla, que presenta nave única de cuatro tramos con capillas laterales y ábside poligonal. La transición al gótico se observa en la bóveda central, de cañón muy apuntado, y en la bóveda nervada del ábside. Mientras, las capillas laterales abiertas entre los contrafuertes, y que son fruto de una ampliación del siglo XV, se cubren con bóvedas de distintos tipos. Al exterior, el templo muestra un aspecto fortificado debido al remate almenado de la nave y a la tipología del torreón noroccidental con matacanes y garitones.

Su robustez arquitectónica contrasta con la delicadeza de la decoración figurada de sus dos portadas esculpidas de estilo románico y atribuidas tradicionalmente al «Maestro de Agüero» o «Maestro de San Juan de la Peña». La occidental aparece flanqueada por dos torres mientras que la septentrional estaba anteriormente cobijada por un pórtico, hoy desaparecido. Esta excepcional portada se abre por medio de cinco arquivoltas, que relatan la vida de Cristo y culminan con la representación de la Última Cena en el tímpano central y todavía conserva restos de su policromía original.

Este templo parroquial, perteneciente a la Archidiócesis de Zaragoza, atesora en su interior un notable conjunto de bienes muebles de gran interés histórico-artístico.

En cuanto a su estado de conservación actual hay que resaltar que, tras diversas actuaciones llevadas a cabo desde 1985, la Dirección General de Patrimonio Cultural encargó en 2007 un proyecto de ejecución de restauración de la fachada norte de la iglesia de El Salvador, que fue ejecutado entre 2009 y 2010 gracias a un convenio de colaboración entre el Gobierno de Aragón, el Arzobispado de Zaragoza y el Ayuntamiento de Ejea de los Caballeros.

Estas obras finalizaron en diciembre de 2010 y consistieron en la restauración de toda la fachada septentrional del templo, cuyo paramento de piedra arenisca estaba muy deteriorado, y en la eliminación de un atrio que desfiguraba dicha fachada, aunque hasta entonces había servido para proteger la portada románica, ya bastante dañada.

Sin embargo, dicha intervención no abordó en ese momento la restauración de la portada románica por haberse detectado restos de policromías y deterioros más específicos que en el resto de la fachada, razones por las que se requería un proyecto de restauración más detallado. De este modo, la portada quedó a la intemperie durante unos pocos meses hasta que en 2011 se le colocó una protección provisional realizada en chapa metálica y con una serigrafía de la misma.

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